Sinaloa y el reto de Sheinbaum: enfrentar el incendio político sin salir chamuscada | EL PAÍS México
Sinaloa ha representado un verdadero desafío para Claudia Sheinbaum en los primeros meses de su sexenio. Aunque calificarlo simplemente como un desafío es insuficiente; es más bien como una carga pesada, un incendio avivado por la feroz confrontación entre Los Chapitos y Los Mayos, dos antiguos aliados que ahora se enfrentan tras la presunta traición que llevó al célebre capo Ismael El Mayo Zambada a ser detenido por las autoridades de Estados Unidos. La presidenta de México ha otorgado máxima prioridad a frenar este conflicto en el Estado y ha enviado a Omar García Harfuch, secretario de Seguridad y uno de sus colaboradores más cercanos, para gestionar la situación. Sheinbaum visitó Sinaloa este fin de semana para evaluar la estrategia implementada y defendió al gobernador Rubén Rocha, su correligionario, quien se encuentra en el centro de la controversia por las suspicacias sobre la posible complicidad de su Gobierno con el crimen organizado en el Estado, bastión del influyente Cártel de Sinaloa. Colaboradores de Sheinbaum opinan que la mandataria debería mantener una prudente distancia de Rocha, considerando los riesgos que implicaría que El Mayo exponga sus tratos políticos en un juicio en EE. UU., tal como ha sido confirmado por este periódico a través de fuentes cercanas al ámbito presidencial.
La narcopolítica en México es un problema de años y se replica en muchas regiones y a todas las escalas. Es difícil que el crimen organizado prolifere tanto sin la colaboración activa o pasiva de las autoridades. El caso Ayotzinapa, la desaparición de 43 estudiantes normalistas en la que estuvieron implicados funcionarios locales y federales, es emblemático. Otro ejemplo: hace unas semanas, el Gobierno federal y el del Estado de México capturaron a empleados de varios municipios por sus vínculos con los cárteles, en la llamada Operación Enjambre.
La captura de El Mayo apuntó a la misma relación simbiótica en Sinaloa. El antiguo aliado de Joaquín El Chapo Guzmán declaró, a través de una carta, que fue llevado a base de engaños a una reunión el pasado 25 de julio en la que supuestamente estarían el gobernador Rocha; el influyente líder del Partido Sinaloense, Héctor Cuén, y los hijos de El Chapo. El encuentro sería, según el relato de Zambada, para llegar a acuerdos que contribuyesen a apaciguar un pleito político local. Rocha ha negado conocer al capo y rechazó que hubiese un acuerdo para reunirse con él; de hecho, precisó, el día del supuesto encuentro él se encontraba fuera de México, de vacaciones, en Los Ángeles, EE UU. El relato de El Mayo, difundido por su abogado, sugería que las decisiones políticas se tomaban de manera colegiada con los grupos de poder fáctico del Estado.